París bien vale una vida

Día 191 Peluche Las palmas de mis manos reposan sobre mi regazo y mi cabeza continúa ladeada por tiempo indefinido. Entretanto, mis ojos persiguen el segundero del reloj de pared y me abandono dando vueltas sin sentido tras su tic tac en un viaje que no sé a dónde me va a llevar, al igual que tampoco sé hacia dónde me está llevando la condena que comparto con todos estos desgraciados y desgraciadas que me Seguir leyendo …

Empatía virtual

El día que la policía llegó a mi casa yo estaba sentada en el salón. El café se había quedado frío, ni siquiera lo había tocado perdida en los mensajes del móvil. Llevaba horas ensimismada, desahogando la angustia en los cientos de seguidores que tenía mi página. Ellos me daban apoyo y parecían entender mejor que nadie, mucho mejor que las autoridades, mucho mejor que mi madre. Les comentaba lo que me iba a ocurrir, Seguir leyendo …

La pecera

El pasado diciembre tuve un encuentro bastante suigéneris con un desconocido. Si reprodujera nuestro diálogo a continuación creerían que mi interlocutor, según mis cálculos próximo a la tercera edad, no era más que un excéntrico o un loco de atar; una de esas personas que sin motivos aparentes te paran a media calle y comienzan a hablar disparates. Sin embargo, para ofrecer la mayor claridad posible sobre ese encuentro, primero debo revelar un trazo de Seguir leyendo …

La dosis de miedo diaria

Aquella tarde, cuando el Sol amenazaba ocultarse frívolamente detrás del horizonte y dejar a la ciudad bajo el velo de oscuridad, la campanilla sonó en la Casa de Préstamos Emocionales. No era común que los clientes llegasen a esa hora, mucho menos siendo un miércoles, día de labor hasta tarde. Por ello, fue mucho más sorprendente descubrir que quien había alertado su llegada con la campanilla de la puerta era un hombre de unos 30 Seguir leyendo …