Algún día será
En el Mercado Central de Abastos, junto a la casquería Fabiano y la panadería de los hermanos Revira, se colocó un hombrecillo como de cincuenta años, delgado y pulcramente vestido. Trajo unas cestas sobre sus hombros, unas cajas de madera, las abrió, colocó una romana en un caballete y se dispuso a vender su mercancía. Eran versos, manojos de versos olorosos. Se caló sus gafas, encendió un cigarro y nerviosamente comenzó a colocar ordenadamente los Seguir leyendo …